Carlos Gil Arbiol, Escritos Paulinos, (Introducción al estudio de la Biblia 7), Estella, Verbo Divino 2024, 650 pp., ISBN 978-84-9073-957-0.
Este libro pertenece a la colección “Introducción al estudio de la Biblia”, una serie de manuales universitarios a cargo de la Asociación de Biblistas Españoles. Los mismos buscan introducir al lector en el estudio académico de temas y escritos bíblicos. La colección comenzó a publicarse en la década de 1990 y en las nuevas ediciones se han buscado plasmar las actualizaciones correspondientes a más de 25 años de estudio e investigación en el campo. En este caso, el manual de Gil Arbiol reemplaza al que había publicado Jordi Sánchez Bosch en 1998.
En el prólogo, el A. advierte que hubo una “auténtica revolución en los estudios paulinos y ello ha supuesto que muchas interpretaciones e imágenes de Pablo hayan quedado obsoletas y que algunos consensos sobre su mundo teológico y su contexto vital hayan saltado por el aire” (15). Esto no se puede dejar de lado cuando se intenta ofrecer un material de iniciación al estudio del corpus paulino.
Con una ya amplia experiencia en la investigación y la docencia, el A. ofrece aquí una guía accesible, sólida y crítica para quienes inician su recorrido en el estudio de este corpus fundamental. Él mismo declara que intentará presentar los temas fundamentales del pensamiento paulino de manera coherente y plausible, pero sin separarlos del itinerario biográfico y las condiciones históricas en las que se ha desarrollado. Además, ha de mostrar cuáles son las discusiones y problemas que siguen abiertos, evitando ofrecer –ya sea por motivos didácticos o dogmáticos– conclusiones rápidas o simplificaciones al lector.
Según la perspectiva asumida en el libro (16-17), el conjunto de las cartas se considerara como una recopilación hecha a lo largo de medio siglo por la escuela paulina. Se estudia cada una de las cartas en sus circunstancias específicas de composición, evitando proyectar en los textos conceptos propios de apropiaciones teológicas posteriores. Además, se deben tener siempre presentes los marcos del Imperio romano, el del judaísmo anterior y posterior a la Primera Guerra judía y el desarrollo del movimiento de renovación intrajudío que dio lugar al naciente cristianismo (16).
La estructura del libro sigue la clásica división en tres grandes partes. La primera, “Temas introductorios” (21-247), comprende una “Introducción a los estudios paulinos” (23-72), una sección destinada a reconstruir críticamente la “Vida de Pablo” (75-181) y otra donde desarrolla las “Características literarias de las cartas paulinas” (183-247). La segunda parte se aboca al estudio de “Las cartas de Pablo”, (251-540). Esta es la sección más extensa del libro y está dedicada a las siete cartas no discutidas de Pablo, presentándolas según su probable orden histórico de redacción y buscando entender a cada una desde las circunstancias de su composición. La tercera parte “Las cartas deuteropaulinas” (541-643) es más breve y está dedicada a las cartas que se consideran escritas tras la muerte del Apóstol. En esta sección, las cartas se analizan en grupos: Efesios/Colosenses, las Pastorales y la Segunda carta a los Tesalonicenses.
En el c. 1 de la primera parte “Introducción a los estudios paulinos” (23-72), el A. quiere introducir al lector en el campo de estudio dejando sentadas ciertas premisas fundamentales. En primer lugar, se exponen las tres coordenadas necesarias para entender a Pablo en su contexto vital: “Pablo y el Imperio romano” (26-32), “Pablo y el judaísmo de su tiempo” (33-38), “Pablo y el naciente cristianismo” (38-51). La sección termina presentando someramente al lector el status quaestionis de las perspectivas de estudio sobre Pablo (51-61) y finalmente ofrece algunas consideraciones acerca de la posibilidad de establecer una teología paulina (61-71). En la presentación del contexto dado por el Imperio romano, se indicarán algunos elementos claves para una mejor comprensión de Pablo y su movimiento (26-32, véase C. Gil Arbiol, “La Cruz y el Imperio en el proyecto de Pablo: El contexto social de la innovación teológica”, Revista Bíblica 80 [2018] 201-240). En las dos secciones siguientes se abordan cuestiones que tienen que ver con Pablo y el judaísmo de su tiempo, y se trata de distinguir las relaciones de Pablo y sus comunidades en el cristianismo naciente. Estas dos últimas secciones merecen una atención especial, pues en ellas el A. establece presupuestos, aclaraciones y precisiones que atravesarán su abordaje de los escritos paulinos.
En el apartado “Pablo y el judaísmo de su tiempo” (33-37) el A. ofrece clarificaciones sobre algunos temas e indica algunos problemas abiertos (ver C. Gil Arbiol, “La novedad de Pablo en el judaísmo de su tiempo: un debate que no acaba”, Revista Bíblica 81 [2019] 91-117). Lo expuesto aquí se retomará al abordar la biografía de Pablo, la lectura contextualizada de las cartas y el desarrollo de la teología paulina. En cuanto al lugar de Pablo en el naciente cristianismo (38-49) el A. muestra que los términos “cristiano” y “cristianismo” no pueden ser entendidos en sentido unívoco ni se debe extrapolar el significado actual del término para definir al conjunto de los primeros seguidores de Jesús. Para esto describe sucintamente la diversidad de grupos de creyentes en Jesús el Cristo, pues la relación con estos grupos va a determinar la vida de Pablo, su misión y la vida de las comunidades fundadas por él.
El tercer apartado, sobre “la historia de las interpretaciones y perspectivas paulinas hasta hoy” (50-60), puede leerse en continuidad con los dos primeros. El A. hace una breve reseña de las interpretaciones tradicionales para presentar luego los estudios que reconsideran críticamente la visión simplificada del judaísmo y del “Pablo judío”. Es importante que el lector pueda ver a Pablo como un judío que vivió su propia tradición como creyente, pero abriéndola a todos los pueblos a partir de su encuentro con el Mesías Crucificado y Resucitado. El último apartado, donde el A. aborda a Pablo en relación con el desarrollo de teología cristiana (61-68), será retomado al final de esta recensión.
El c. 2 de la primera parte está dedicado a la “La vida de Pablo” (75-174), estructurada en tres grandes etapas. Lo hará asumiendo críticamente las fuentes y mostrando las dificultades para establecer una cronología exacta de los acontecimientos. Con estas cautelas, el A. ofrecerá una presentación coherente de los problemas más importantes de la vida de Pablo y del contexto en el cual encuentran sentido sus textos y propondrá una reconstrucción cronológica con algunas fechas importantes (incluyendo la datación de las cartas protopaulinas).
El c. 3, “Características literarias de las cartas paulinas” (183-244), es imprescindible para que el lector pueda sortear la distancia cultural que lo separa de las cartas en el mundo antiguo. El A. muestra en primer lugar cual era el esquema formal que guiaba entonces la composición de las cartas y señala como Pablo usa y adapta estos esquemas en orden a lo que desea transmitir a sus destinatarios. Abordara luego temas propios del estudio del corpus paulino: la “retórica de Pablo”, la autoría y la pseudoepigrafía, el estudio de la unidad y la integridad literaria de las cartas y las dinámicas del proceso de edición de la colección. El A. expondrá aquí un esquema básico para aproximarse a las cartas. En el mismo se trata de establecer, en primer lugar, cuál era la situación específica de los destinatarios. En relación con la “situación” se puede inferir cómo habría sido pensada la “estrategia” con la que el autor o autores quisieron responder a la misma, buscando producir un efecto en sus destinatarios. A partir de este esquema el A. presenta cómo podría haber sido el proceso de composición y redacción realizado por Pablo junto con los co-remitentes.
A medida que se avance en el estudio de la correspondencia paulina, mucho de lo que queda expuesto someramente en esta primera parte se irá ampliando, hasta ofrecer una visión coherente del conjunto de los escritos paulinos, del movimiento suscitado por Pablo y su particular dirección teológica.
En la parte segunda el A. aborda “Las cartas de Pablo” (251-540), dedicando un capítulo al estudio de cada una de las siete cartas auténticas del corpus paulino. En todos los casos la exposición y el análisis tendrán como base el esquema “situación” y “estrategia de respuesta” de la carta. Al exponer la estrategia de respuesta de las cartas, el A. señala las circunstancias específicas, las inquietudes y problemáticas que afrontan los destinatarios, pera además trata de entender la respuesta epistolar en el marco vital de la biografía de Pablo y su interacción (y la de sus comunidades) con los diferentes movimientos de los orígenes cristianos y el judaísmo de su tiempo. Sobre esta base y según los rasgos específicos de cada carta, el A. se detendrá en diversos tópicos o trabajará más a fondo ciertas problemáticas. El A. acompaña el estudio general con el análisis de algunos textos escogidos para esclarecer alguna temática en las cartas.
La parte tercera, más breve que la anterior, está dedicada a “Las cartas deuteropaulinas” (541-643). El A. ya ha presentado la cuestión de los escritos pseudoepigráficos y ha dado razones por las cuales las cartas de este apartado se han de considerar separadamente de las estimadas como auténticas. El A. estudiará estos textos agrupándolas en grupos: la díada Efesios y Colosenses, las Pastorales en conjunto y la segunda Tesalonicenses. Esta elección no es caprichosa, sino que se sustenta en los rasgos comunes de la “situación” y la correspondiente “estrategia de respuesta” de los textos. El A. estudiará aquí cómo estos desarrollos teológicos pastorales buscan actualizar el pensamiento y la figura de Pablo en las nuevas realidades de las comunidades. Hay que resaltar que junto con el estudio de estas respuestas el A. señala cómo los herederos de la tradición paulina van a iniciar un proceso de reconstrucción de la memoria de Pablo que será determinante en el naciente cristianismo del siglo ii: “la memoria de Pablo, reconstruida a partir de su sufrimiento, se presenta ahora como uno de los cimientos de la Iglesia junto con otros apóstoles y profetas, dando forma al nuevo edificio cohesionado por Cristo en que Pablo se recupera de sus conflictos y se reconcilia con todos” (588). De este modo no solo se ha buscado en la tradición paulina respuestas a nuevos desafíos, sino que se ha restablecido el proyecto que Pablo no pudo concretar en vida y se ha reconstruido en coordenadas más universales (ver C. Gil Arbiol, “El fracaso del proyecto de Pablo y su reconstrucción”, Estudios Bíblicos 73 [2015] 373-408).
El capítulo termina con el estudio particular de 2 Ts y con las cartas pastorales consideradas en conjunto. En el estudio de estas últimas el A. vuelve a presentar los ulteriores desarrollos de la teología paulina, pero, además, desde un análisis crítico, se anima a delinear quiénes son los discípulos de Pablo que están detrás de estos textos, su particular eclesiología junto con un ulterior desarrollo de la imagen de Pablo.
Tras esta descripción del manual, vale la pena retomar uno de los temas que el A. aborda en la introducción: “Pablo y la teología cristiana: más preguntas que respuestas” (61-68). Allí presentaba algunas de las cuestiones teológicas “clásicas” en los textos paulinos para mostrar al lector que hay más incertidumbres que seguridades si se abordan desde una mirada bien ceñida a la historia y con una lectura de las cartas más atenta a las circunstancias específicas de composición.
El estudio de la teología de Pablo es ciertamente un tópico ineludible en cualquier manual universitario o en una “Introducción a Pablo”. En algunos casos se le otorga una sección completa o un capítulo específico, donde se trata de sistematizar la teología paulina en torno a algún eje conceptual. Así, por ejemplo, Luis H. Rivas, dedica a la “Teología de san Pablo” una sección completa (L. H. Rivas, San Pablo: su vida, sus cartas, su teología, Buenos Aires 2008, 113-186). Una opción diferente se hace en otros manuales donde al final de cada carta o grupo de cartas se exponen algunos temas teológicos escogidos (por ejemplo, en J. S. Bosch, Escritos Paulinos, [Introducción al estudio de la Biblia 7], Estella 1998). Todas estas propuestas reconocen que en ningún momento Pablo quiso exponer un sistema teológico acabado y articulado, y por esto no se puede aislar su pensar teológico del contexto. Además, se asume que el pensamiento de Pablo se fue desarrollando a la par de su actividad misionera y de los avatares de la vida con sus comunidades. Para poder ser más fiel a esta “teología en proceso”, algunos autores prefieren trazar un perfil de “Pablo el teólogo” y no la sistematización de ideas en una “teología de Pablo” (ver J. Gnilka, Pablo de Tarso, Apóstol y Testigo, Barcelona 2002, 179-278).
En la línea de Gnilka se inscribe la opción que hace Gil Arbiol, pero asumiendo la historicidad y los contextos sociorreligiosos y culturales con mayor radicalidad. Ya en la sección introductoria, el A. afirma: “con frecuencia los intérpretes pretenden que las cartas de Pablo respondan a sus propias preguntas inquietudes y no siempre han tomado la necesaria distancia para respetar la naturaleza propia del texto sin proyectar em él su propia cosmovisión” (51). Por eso algunos de los temas paulinos, que han sido centrales en la historia de la teología y la vida eclesial, ofrecen más preguntas que certezas. al estudiarse desde el campo histórico y con un abordaje contextualizado de las cartas. Siempre se ha de tener presente que en ellas las afirmaciones teológicas están ligadas con una “estrategia de respuesta” particular para cada situación. Por esto no solo es difícil encontrar las “ideas teológicas estructurantes” del pensamiento paulino, sino que incluso es difícil establecer el alcance de algunos conceptos en particular (61). Sin embargo, asumiendo estas dificultades, el A. puede ofrecer una visión de conjunto y coherente de la teología paulina. Pero esto aparecerá al final de un recorrido que comienza situando al Apóstol y sus comunidades en relación con el judaísmo y los diversos grupos cristianos contemporáneos, y que luego se irá desarrollando en la lectura de cada carta ajustándose a la cronología y a las situaciones específicas de los textos. En este sentido es valioso como el A. asume los desafíos suscitados por los resultados de la investigación histórica y busca presentar los contenidos teológicos entrelazados con la práctica exegética y teológico-bíblica
El texto se distingue también por su dimensión didáctica. Cada capítulo incluye ejercicios diseñados para promover una reflexión activa y una bibliografía breve y comentada que orienta al lector en la profundización de los temas tratados. Estas herramientas, fruto de la experiencia docente del A., son un aporte invaluable para quienes buscan una formación sólida y crítica en los estudios paulinos.
En suma, el manual de Gil Arbiol no solo representa una actualización necesaria, sino que ofrece un importante aporte para un cambio de paradigma en la enseñanza de los escritos de Pablo. Su enfoque histórico-crítico, combinado con una sólida base teológica y una estructura pedagógica cuidadosamente diseñada, ofrece al lector una herramienta preciosa para adentrarse en la complejidad y riqueza de los textos paulinos, abriendo nuevas perspectivas tanto para la investigación como para la enseñanza en este campo.
Leonardo C. J. Valoy
Seminario Mayor de Tucumán (Argentina)