Massimo Grilli, Evangelios sinópticos y Hechos de los Apóstoles. Una introducción histórica, literaria y teológica (Evangelio y Cultura / Monografías 7), Verbo Divino, Estella 2021, 256 pp., ISBN 978-84-9073-699-9.

Massimo Grilli estudió en Roma, Fráncfort y Jerusalén, obtuvo el doctorado en Ciencias Bíblicas en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma y ha sido durante muchos años profesor ordinario de Nuevo Testamento en la Pontificia Universidad Gregoriana. Fue discípulo de Frizleo Lentzen-Deis (1928-1993) y continúa su obra como director científico del Proyecto Intercultural Evangelium und Kultur que, en un contexto de diálogo intercultural, promueve la lectura de los textos bíblicos en clave comunicativa y la consiguiente aplicación de la lingüística pragmática (véase http://www.evangeliumetcultura.org).

Fiel al enfoque comunicativo, el A. declara en el Prefacio quiénes son los destinatarios a los que pretende llegar con esta obra: “tanto a los interesados en el clásico manual de estudios críticos, como a aquellos que, fuera de los círculos académicos, buscan información seria sobre el tema” (11). Adecuándose a ambos grupos de interlocutores, enmarca su propuesta entre las siguientes coordenadas: “al mismo tiempo un texto serio y ligero, pero no por eso menos profundo” (11). Grilli, explicita su conciencia del límite de la acogida y especulación humana frente al misterio de la Palabra, y Palabra en cuanto revelada, declarando que “a nosotros nos pertenece el fragmento y no la culminación” (12). En una comprensión similar a la de Gianfranco Ravasi, que entiende los fragmentos como “frases que conservan una densidad de pensamiento y una fascinación tan incisiva como para poder transformarse en síntesis de un ‘todo’ más amplio y de mayor alcance” (La Biblia en un fragmento. 200 puertas al Antiguo y al Nuevo Testamento, Maliaño, Sal Terrae, 2014, p. 6). A partir de esta comprensión de los fragmentos, el A. seleccionará –en la Segunda parte del libro– algunos textos-clave de cada uno de los evangelios y de los Hechos, para convertirlos en lugares de convergencia de los estudios preliminares y en espacios de epifanía (“logo-fanía”) donde la Palabra puede ser oída, vista y tocada.

Una Introducción (13-22) cuidadosamente elaborada presenta de manera sintética y articulada el clásico preámbulo de la teología de la revelación, que en este tipo de literatura suele obviarse. En estas valiosas páginas, el A. sienta las bases sobre las que luego construirá su obra, colocando en el centro a la Palabra que, para hacerse escuchar y decir (“carácter dialógico”), se hace carne, se hace historia, se hace evento, se deja interpretar y se deja narrar. Porque “narrando, el hombre no solo dice algo de sí, sino que dice algo a sí mismo” (18). Pone de relieve además la naturaleza pragmática del lenguaje (19) –uno de los grandes tópicos de este libro– y remarca la finalidad comunitaria del proceso de escucha de la Palabra (20).

El libro se articula después en dos partes de desigual extensión. En la Primera parte, “Propedéutica al estudio de los sinópticos y Hechos de los Apóstoles” (25-98), el A. declara que, para el estudio de estos libros, tendrá en cuenta el gran marco del Nuevo Testamento y el contexto histórico-cultural de los orígenes cristianos (27). A fin de llevar a cabo esta empresa, propone su abordaje en cuatro capítulos.

En el c. 1, “Los sinópticos en el contexto del Nuevo Testamento” (25-37), el A. invita a la búsqueda del origen de la expresión “Nuevo Testamento”, hasta hundir sus raíces en un tema todavía debatido a nivel teológico: “¿Cuántas alianzas tenemos en la historia de la salvación?” (27). Bajo el título de “Teoría de las dos alianzas”, cita un interesante texto de Walter Kasper (27), con el que invita a seguir reflexionando sobre la cuestión. Sigue una profundización del término “evangelio”, el cual “no designa inicialmente un libro, sino un anuncio de salvación” (32). En esta área de estudio, Grilli no deja de plantear el importante problema del “género literario”, ya que este “aclara la intención del texto y el Sitz im Leben (‘contexto vital’) en el que nació el escrito” (33). Desde esta designación literaria, el A. introduce la diferenciación de los libros que son objeto de estudio: por pertenecer a un género literario diferente “los Hechos de los Apóstoles no pueden ser considerados ‘evangelio’ de la misma manera que los cuatro escritos que conocemos como tales” (33-34). Avanzando en la taxonomía, señala las diferencias entre los sinópticos y Juan, justificando así su opción por circunscribir el presente estudio a los primeros (34-36).

En el c. 2 (39-68), “El mundo de los sinópticos”, el A. explicita los fundamentos sobre los que sustenta este estudio y da cuenta de su conveniencia: “cada estudio crítico debe identificar y evaluar las fuentes que constituyen [...] construir puentes entre los escritos cristianos y las culturas anteriores o contemporáneas” (39). Recorre primero las “fuentes judías”, presentando una esmerada síntesis de la literatura rabínica, y sigue con las “fuentes helenístico-romanas”, reseñando las obras de Flavio Josefo y Filón de Alejandría, mencionando solo someramente algunos escritos filosóficos que contienen valores afines a la propuesta cristiana. El A. desarrolla más ampliamente su exposición cuando llega a los dos subtítulos siguientes. En “El entorno histórico-geográfico” (45-52), se pueden encontrar varios temas: desde el origen del nombre de la tierra donde vivió Jesús, pasando por una descripción geográfica, topográfica y climática de la misma, hasta un detallado itinerario de su turbulenta historia, que finaliza con la explicación del origen de los lugares de importancia mencionados en los evangelios (46-52). Por otro lado, en “El entorno sociocultural y religioso” (52-68), comienza indicando que “lo que llamamos ‘judaísmo’ es un fenómeno muy complejo, que corresponde a las estructuras básicas del pensamiento y la fe judaica” (52). Allí incluye el estudio de las principales instituciones religiosas y sociales del judaísmo, la sociedad, los partidos político-religiosos y el judaísmo de la diáspora.

En el c. 3, “Los sinópticos a examen de la crítica histórico-literaria” (69-84), el A. se hace cargo de una de las cuestiones centrales en esta materia: “¿En qué sentido y hasta qué punto los sinópticos dan realmente testimonio del Jesús histórico?” (69). Abre el capítulo con una valiosa síntesis de la trayectoria recorrida por la crítica histórico-literaria de los evangelios, desde su surgimiento hasta una sucinta descripción de su fase actual (69-76). Continúa con el planteamiento del “problema sinóptico”, para esbozar luego algunas “orientaciones conclusivas”. Aquí afirma que “los evangelios son una historia kerygmática, en el sentido de que relatando testimonian la fe de la comunidad creyente que los ha generado” (79-80). Merece una especial mención la acertada selección de la cita de Dei Verbum 19 con la que –con gran arte– el A. ingresa a la cuestión “Del relato sobre Jesús a los evangelios”. Después de haber planteando las posiciones antitéticas entre comunidad creadora y comunidad conservadora, ofrece una síntesis superadora recurriendo al paradigma del “círculo hermenéutico” (83).

En el cuarto capítulo, “La tradición canónica y la cuestión hermenéutica” (85-98), el A. trata en forma conjunta dos temas que él reconoce como distintos pero al mismo tiempo conectados “en la referencia histórica y literaria mutua” (85). Tras exponer el tema de “los manuscritos” y “el problema del canon”, el A. se mete de lleno en el mundo de “la cuestión hermenéutica” (90-98). Allí se pueden encontrar numerosas citas del célebre documento La interpretación de la Biblia en la Iglesia emanado de la Pontificia Comisión Bíblica en 1993. También, resulta interesante la anotación del propio Grilli que aclara la composición actual de “Las Biblias protestantes” (90).

El A. reserva para el final de toda esta primera parte –y todavía dentro del tratamiento de la “cuestión hermenéutica– la consideración de la pragmalingüística, que “tiene en cuenta las ‘acciones’ que se forjan a través del lenguaje” (93). Es esta una rama relativamente nueva de las ciencias del lenguaje y se puede identificar su origen: “el término [‘pragmática’] fue utilizado por primera vez por [...] Morris y Peirce, a finales de los años 30 y principios de los 40”. Pero Grilli subraya que la naturaleza pragmática de la Palabra está atestiguada ya en “la Biblia misma y en toda la tradición de la iglesia” (94). A continuación, trata un elemento central para la pragmalingüística: el tema del “lector modelo” (95). El A. parte de la convicción de que “la verdad de un texto bíblico no se percibe plenamente cuando simplemente se traduce en esquemas ‘explicativos’, sino cuando se capta su profundidad ‘experiencial’ y se expresa en la esfera de la praxis”. Y llega a afirmar: “la función del lector modelo, a nivel literario, consistirá, por lo tanto, en encarnar esa ‘verdad’” (96). Entre las muchas contribuciones de Grilli a esta reflexión, destaca el precioso artículo publicado en esta misma revista: “Importancia de la lingüística pragmática en la hermenéutica bíblica”, RevBib 82 (2020), 143-166 [https://doi.org/10.47182/rb.82-1-22020218]. La relevancia de este enfoque se aprecia cuando se comprende que gracias a él “la exégesis bíblica recupera su función hermenéutica y se convierte en fuente de vida para el actuar de cada individuo y de las comunidades” (97).

La mayor cantidad de páginas está lógicamente en la Segunda parte, dedicada al “Estudio literario y teológico ‎de los sinópticos y ‎Hechos de los Apóstoles” (101-244). Sus tres capítulos corresponden al análisis específico de Marcos, Mateo, Lucas y Hechos (tratados en forma conjunta). A su vez, cada estudio está articulado en cinco abordajes: a) “La macroestructura del relato”, b) “La articulación del recorrido”, c) “Un texto clave”, d) “Motivos teológicos de la obra”, y e) “Las coordenadas histórico-ambientales”. Atendiendo a las razones que Grilli aduce para justificar su selección del texto clave en cada libro, nos damos cuenta de que su mayor y más original aporte estará dado por su análisis de la pragmática de la perícopa escogida:

• Mc 16,1-8: porque por el recurso a la paradoja, el evangelista deja abierto el final del relato, de manera que le “corresponde al lector cerrarlo con el viaje a Galilea o con la huida” (130).

• Mt 28,16-20: porque “el modelo de Iglesia que propone el texto estimula al lector a una confrontación rica y exigente” (165). Aquí remata este análisis con una extensa cita del recientemente fallecido Gustavo Gutiérrez, titulada “La ortopraxis” (167).

• Lc 4,16-30 y Hch 1,4-12: porque son “manifiestos programáticos que exponen no solo lo que sucederá, sino también la razón que motiva el programa” (212). En la perícopa lucana destaca que, en el plano de los actos de habla, la fuerza del hoy del cumplimiento de la Palabra implica un acto representativo “que compromete al hablante a sostener la verdad de lo que afirma” (218). Respecto al fragmento tomado de Hch, el A. sostiene que “la estrategia pragmática está totalmente centrada en el cambio de perspectiva” (226), ya que habla para “un tiempo diferente en el que Jesús ya no es visible” (226).

En la Conclusión, “Hacia una síntesis histórico-teológica de los sinópticos” (245-253), el A. busca arribar a “la marca distintiva del cristianismo” (247). Esto lo conduce a plantearse la pregunta por la misión de la Iglesia, que “es la misma de Jesús” (249). Llegado a este punto, el A. anota: “afirmar que la Iglesia está al servicio del Reino significa decir que no se apoya en sí misma: no tiene su razón de ser y su propósito en la preservación de sus estructuras, sino que debe redescubrir continuamente el sentido de su temporalidad” (249).

Grilli culmina su obra, tal como lo hizo al concluir la Introducción y la Primera parte, traduciendo los temas tratados en la propuesta de un “ethos comunitario”. Con una mirada muy aguda, y evidenciando sus convicciones teológicas –especialmente eclesiológicas– y pastorales, termina afirmando que “es dentro de la historia donde el cristiano está llamado a dar testimonio del amor” (251).

Estamos ante un texto estructurado con cuidada pedagogía que, por momentos, da la impresión de estar presenciando una clase del A. Característica que atraviesa toda la obra es el enorme esfuerzo de síntesis que traslucen sus páginas, tarea nada fácil a la hora de tratar temas de tal envergadura, con bibliografía tan abundante y hasta con posiciones encontradas entre los especialistas. Fiel a su carácter de manual, Grilli intercala recuadros con textos de autores de muy diversa índole con los que ilustra las temáticas abordadas. Al final de cada capítulo, se puede encontrar un rico y actualizado catálogo bibliográfico (“Para profundizar”) en cantidad proporcional a la sección. En atención a las características de sus lectores modelo, cita las palabras en griego y hebreo de manera transliterada, y es parco en notas a pie de página. Definitivamente, se trata de una obra valiosa como manual (por su síntesis y pedagogía), una obra en la cual, la rigurosidad científica con la que se estudia la Palabra no queda desligada de su propuesta concreta de vida, algo que no siempre los autores logran combinar.

Javier Di Benedetto Teira

Pontificia Universidad Católica Argentina

javierdibenedetto@uca.edu.ar