Christian Frevel, History of Ancient Israel (Archaeology and Biblical Studies 32) SBL Press, Atlanta 2023, 657 pp., ISBN 978-1-62837-512-1.

El A. es catedrático de AT en la Universidad de Bochum, en la región del Ruhr (Alemania), y ha publicado estudios en el campo del Pentateuco, el Judaísmo postexílico, la Antropología Bíblica, la Historia de la Religión y la Historia de Israel.

El libro es la traducción de la segunda edición alemana de Geschichte Israels, Kohlhammer, Stuttgart 2018, que reconstruye la “historia de Israel” desde sus comienzos hasta la revuelta de Simón bar Kokhba en 132-135 d.C. Este excelente manual universitario tiene su origen en el “Esbozo de la historia de Israel” que completaba –desde el 2007– la Introducción al Antiguo Testamento editada por Erich Zenger desde 1995, un libro de texto muy utilizado en las facultades de teología de habla alemana. Después de la muerte de Zenger, fue Frevel quien lo sucedió como editor de dicha Introducción y vio la necesidad de publicar –en un tomo aparte de la misma serie de “Studienbücher Theologie”– una presentación más completa y documentada de esta historia, que tuviera en cuenta los enormes avances en el campo de la arqueología, la epigrafía y la historiografía, además de la diferente valoración actual de la literatura bíblica.

La presente obra tiene que ver con un sintomático despertar de la producción historiográfica en los últimos decenios, que acusa recibo de los profundos cambios debidos no solo a la nueva información sino también a los nuevos enfoques. Se parte hoy de la clara distinción introducida por M. Liverani, entre “historia normal” e “historia inventada” o, en la obra de R. Kratz, entre “Israel histórico” e “Israel bíblico”. Así, en lo que va de este siglo, hemos visto aparecer:

Mario Liverani, Oltre la Bibbia. Storia antica di Israele, Laterza, Bari 2003, trad. castellana en Ed. Crítica, Barcelona 2005, e inglesa en Equinox, London 2007.

Lester L. Grabbe, Ancient Israel: What Do We Know and How Do We Know It?, T&T Clark, London – New York 2008.

Reinhard G. Kratz, Historisches und biblisches Israel: Drei Überblicke zum Alten Testament, Mohr Siebeck, Tübingen 2013; 2 2017, traducida al inglés en Oxford University Press, New York 2015.

Ernst A. Knauf – Philip Guillaume, History of Biblical Israel: The Fate of the Tribes and Kingdoms from Merenptah to Bar Kochba, Equinox, Sheffield – Bristol 2016

Bill T. Arnold – Richard S. Hess (eds.), Ancient Israel’s History: An Introduction to Issues and Sources, Baker Academic, Grand Rapids, 2014.

Bernd U. Schipper, Geschichte Israels in der Antike, C. H. Beck, München 2018, traducida al inglés en Eisenbrauns, Winona Lake 2019, y al castellano en Sígueme, Salamanca 2021 [recensión de E. R. Ruiz en RevBib 84 (2022) 285-287].

Ernst A. Knauf – Hermann M. Niemann, Geschichte Israels und Judas im Altertum, Walter de Gruyter, Berlin – Boston 2021 [recensión de J. Blunda en RevBib 84 (2022) 159-161].

Paolo Merlo, Storia di Israelel e Giuda nell’Antichità, San Paolo, Cinisello Balsamo 2022.

Distinguiendo claramente entre el Israel de la arqueología, el Israel de la historia y el Israel de la Biblia, el trabajo de Frevel toma en serio también la información obtenida de la literatura bíblica, analizándola sin embargo no como “libro de historia”, sino como “documento” del pasado (5). Tal como decía Julius Wellhausen refiriéndose al Génesis: “ciertamente no se obtiene de aquí ninguna información histórica acerca de los Patriarcas, sino más bien acerca de la época en la que se originaron los relatos que hablan de ellos” (Prolegomena zur Geschichte Israels, Walter de Gruyter, Berlin 6 1927, 316). Frevel considera que el AT no solo contiene una interpretación interesada y parcial (“Judaean-colored”, “tendentious”, “idiosyn­cratically constructed” [239], “biased” [6, 241, 313, 325]...) de los acontecimientos pretéritos, sino que sabe también que esta literatura formó parte de ese mismo acontecer histórico e influyó decisivamente en él, en tanto que versión “oficial” o “dominante” de los hechos, que opera como mito fundacional a los fines de la construcción social y política del presente.

Las “Observaciones preliminares sobre la historia y la historiografía” (1-31) contienen preciosas claves para entender la perspectiva, el propósito y el método de este trabajo. Si alguien se interesa por el conocimiento de los hechos pasados, eso es porque “el pasado impacta todavía en el aquí y el ahora” (1), lo cual se cumple de modo especial cuando de la historia de Israel se trata. Frevel se inspira en Jörn Rüsen (Zerbrechende Zeit: Über den Sinn der Geschichte, Böhlau, Cologne 2001; Evidence and Meaning: A Theory of Historical Meaning, Berghahn Books, New York 2017) cuando entiende que la “historia intenta establecer una coherencia entre pasado, presente y futuro y ofrecer orientación... Por muy objetiva que parezca, la historia tiende a un sentido subjetivo que configura la identidad en el transcurso del tiempo. Por ello, la historiografía siempre responde a un interés” (2).

Para comenzar, hay que plantearse dos preguntas interrelacionadas. La primera se plantea cuál es el objeto de esta historia: ¿de qué estamos hablando cuando decimos “Israel”? ¿nos referimos a un territorio, un pueblo, un Estado, una entidad religiosa...? (17-22) De la respuesta que demos a esta primera cuestión dependerá también la respuesta a la segunda: ¿cuándo comenzar una historia de Israel? (16-17). Lo mismo pasa cuando se quiere hacer, por ej., una historia de “Argentina”: ¿hay que comenzar por la historia de las naciones originarias que habitaban el territorio que hoy ocupa la República Argentina?, ¿o de los elementos incas que invadieron y ocuparon el país?, ¿o de los españoles que conquistaron esta porción del Tahuantinsuyo?, ¿o por las “provincias unidas” que se independizaron en 1816?, ¿o por el Estado que se dio a si mismo una Constitución en 1853?... Precisamente por esas diferentes concepciones, la historia de Bright comienza con los Patriarcas; la de Noth, con “la liga de las tribus”; la de Soggin, con David.

Para Frevel, cuando hablamos de Israel o de Judá estamos tratando con entidades muy flexibles y cambiantes; y no solo en términos conceptuales, sino también territoriales. Por eso, su estudio asume decididamente una perspectiva regional, que tiene en cuenta también las tendencias interregionales y globales: “la historia de Israel no puede separarse de una historia de la región que tenga en cuenta la historia política de sus vecinos” (22). Y esto se ve, no solo en el desarrollo y el desmoronamiento de la cultura urbana en la Edad de Bronce (2.2.7), sino también en la Edad de Hierro IIB (4.2 y 5.3) y hasta en el período babilónico (5.9).

Israel emerge en el país de Canaán de manera progresiva y a través de un proceso largo y complejo. Por eso, el cap. 2 considera todas las etapas anteriores como parte de una “Prehistoria de Israel” (32-74) y plantea preguntas acerca de la historicidad de Patriarcas y Matriarcas que protagonizan los relatos de los orígenes, examina la información sobre las ciudades-estado del período de Bronce Reciente en Palestina, la mención de Israel en un registro egipcio como la estela de Merneftá y las cuestiones relativas a un posible éxodo.

El cap. 3 estudia “La historia primitiva de Israel y sus orígenes en Palestina” (75-116); el cap. 4, “El surgimiento de la monarquía” (117-258), describiendo primero las diversas formas de gobierno vigentes en la época; el cap. 5, “La historia de Israel y de Judá” (259-430); el cap. 6, “La historia de Israel en el periodo persa” (431-492); el cap. 7, se aboca al periodo helenístico” (493-542); y el cap. 8 ofrece una visión general del periodo romano (543-560). Un brevísimo “Epílogo” (561-562) termina esta historia de Israel apuntando al necesario re-dimensionamiento del valor propio de los textos bíblicos y al desafío que esto implica para la exégesis y la teología del AT.

Se pueden subrayar muchos puntos en los que el libro de Frevel ofrece una visión fresca y clarificadora de los hechos y hace avanzar la discusión académica. Por poner solo un ejemplo, mencionamos su tesis acerca de la así llamada “división del reino” (4.7.5) –más bien de la relación entre los reinos de Israel y de Judá (5.4.5)– que aprovecha los datos hoy disponibles y se atreve a sacar las consecuencias de obras emblemáticas como la de Israel Finkelstein, The Forgotten Kingdom: The Archaeology and History of Northern Israel (ANEM 5), Society of Biblical Literature, Atlanta 2013. Frevel se refiere a “monarquía unida en el s. x a.C. como “un constructo bíblico que sitúa los comienzos de la monarquía en un momento antiguo y glorioso, creando de esta manera un punto de referencia para la valoración de la historia de la monarquía a finales de preexilio [...], así como en el exilio y postexilio” (238-239). Siendo así que, en el plano de los hechos, la monarquía nacional de Judá habría surgido como un reino subsidiario, cliente o vasallo del reino de Israel, bajo la dinastía de los omridas (s. ix a.C.), y así habría continuado hasta la llegada de Ajaz (741-725 a.C.). Solo se habría constituido en reino autónomo con la caída del Israel del Norte a finales del s. viii a.C. Ofrece así una explicación sensata para la aparición de reyes “homónimos” en Israel y Judá y para las dificultades de las sincronizaciones narrativas de sus reinados, como se sintetiza en esta tabla:

Esta visión va mucho más allá de la “velada relación de vasallaje entre Judá e Israel” que creía descubrir Herbert Donner, Geschichte des Volkes Israel und seiner Nachbarn in Grundzügen, vol. 2. (ATD Ergänzungsreihe 4.2), Vandenhoeck & Ruprecht, Göttingen 1995, 279. Frevel presenta un modelo complejo del entrelazamiento de Samaria y Jerusalén, que sugiere más bien una “segundogenitura” (312). Con este término hace referencia a un principio de sucesión según el cual el hermano menor del sucesor de un trono (que suele ser el hijo primogénito) gobierna una parte del imperio o un estado dependiente (cliente o vasallo). Otras veces, se instala ya al primogénito inicialmente en el territorio dependiente hasta que suceda a su padre y solo entonces el segundón recibe el gobierno del estado dependiente (515).

También en muchos otros momentos, la experticia específica del A. contribuye a formarse una idea más matizada y completa de determinados períodos. Es el caso de la época persa (cap. 6), otrora imaginada como oscura. Frevel muestra la importancia que tuvieron los siglos vi y v a.C. para el surgimiento y la diferenciación del judaísmo primitivo tanto en el territorio central como en la diáspora (490). Describe la elevación de Yehud al rango de provincia, su desarrollo urbano, la construcción de templos y la consolidación económica. Y subraya que “el judaísmo que se formó en el periodo persa ya era mucho más polifacético en sus primeras etapas de lo que suele aparecer en los estudios debido a la influencia dominante de la Biblia, que más o menos solo refleja el judaísmo primitivo de la Jerusalén judaica” (491).

Conforme al género “manual”, este libro busca transmitir los conocimientos indispensables para la exégesis y los estudios teológicos de forma comprensible y con el trasfondo de las últimas investigaciones. Apela a todas las fuentes hoy disponibles y da ejemplos de cómo deben interpretarse. No se limita a exponer datos, sino que se aventura a formular hipótesis muy clarificadoras; pero señala honestamente dónde están los límites de cualquier (re)construcción histórica. Presenta el estado actual de la investigación arqueológica e histórica y busca relacionar de manera crítica estos resultados con el relato bíblico, como fuente secundaria ineludible. De esta manera hace aparecer una imagen fresca de un antiguo Israel que emerge en el contexto de la historia del Levante meridional. Por eso, no solo los estudiantes, sino también los estudiosos encontrarán en este libro una herramienta de referencia sumamente útil y una presentación muy actualizada de la investigación reciente que, en muchos casos, pondrá en cuestión sus propios trabajos y les ofrecerá nuevos puntos de partida.

El libro contiene 19 mapas y 60 ilustraciones (las referencias y créditos en pp. xix-xxix), 5 preciosos apéndices con sinopsis cronológicas y genealogías (563-568), glosario (568-578), lista de topónimos con sus localizaciones geográficas (mediante sistemas de coordenadas), índices de fuentes antiguas, de nombres (de dioses, lugares y personas) y de temas tratados (605-657). Además de la bibliografía específica que figura en cada sección, se ofrece un catálogo de obras de referencia en cada área: geografía, arqueología, epigrafía, iconografía, religión e historia (578-587).

Hay que alabar finalmente la tarea de los traductores Jordan Davis y Jonathan M. Robker. Han logrado un inglés fluido y comprensible, que capta y reproduce –sin calcos– los matices de la lengua alemana. Esta primera edición en inglés se beneficia de las mejoras de la segunda edición alemana, que añade bibliografía más reciente y –según dice el mismo A.– refuerza desde el punto de vista metodológico su carácter de libro de estudio.

Prueba de la repercusión de esta obra es el espléndido panel titulado “The Fabric of History”, que tuvo lugar en el Global Virtual Meeting de la Society of Biblical Literature (1-4 de abril de 2024), en el que cuatro destacados biblistas discutieron sobre diversos aspectos del libro. Fueron Angelika Berlejung (Universidad de Leip­zig), Diana Edelman (Universidad de Oslo), Filip Čapek (Universidad Carolina, Praga) y Juan Manual Tebes (Universidad Católica Argentina) que presidía la sesión.

Jorge Blunda

Pontificia Universidad Católica Argentina

jorgeblunda@uca.edu.ar