La relación entre estas dos disciplinas –y dos maneras diferentes de acercarse a la Biblia– es uno de los puntos más discutidos a lo largo de la historia de la interpretación, sobre todo, desde la Ilustración. Este ha sido el tema del congreso organizado por el Instituto Bíblico de Roma con el apoyo de la Universidad Gregoriana (4-6 de mayo de 2023). El lema precisaba ulteriormente dónde querían focalizar la atención: “En búsqueda de un nexo entre historia, teología y culturas/contextos”. La iniciativa tiene lugar con ocasión del 80º aniversario de la publicación de la encíclica Divino Afflante Spiritu (1943), que abrió un nuevo horizonte de libertad para el estudio científico de la Biblia en el mundo católico, y del 30º aniversario de la instrucción de la Pontificia Comisión Bíblica titulada La interpretación de la Biblia en la Iglesia (1993), que acogió como una riqueza la multiplicidad y la complementariedad de los métodos y acercamientos desarrollados en el siglo xx y abogó por una exégesis cultivada como auténtica disciplina teológica al servicio de la vida y la misión de la Iglesia.
En el ámbito académico se ha planteado muy a menudo el problema de que los estudios bíblicos parecen ignorar o bien la historia, o bien la teología, o bien las cuestiones vitales que brotan del propio contexto. Pues, según los diversos ámbitos culturales, se suele privilegiar –a veces de manera unilateral– una u otra de estas dimensiones. Pero ¿cuál es el nexo entre la exégesis bíblica y la historia, la teología y la hermenéutica?
Por un lado, los teólogos católicos son conscientes de que “el estudio de la Escritura es como el alma de la sagrada teología” (Dei Verbum, 24). Los exégetas, por su parte, saben que “su tarea no termina con la distinción de las fuentes, la definición de formas o la explicación de los procedimientos literarios. La meta de su trabajo se alcanza cuando aclaran el significado del texto bíblico como Palabra actual de Dios” (Benito XVI, Verbum Domini, 33). Sin embargo la integración de exégesis y teología sigue siendo un desideratum en la mayoría de los casos.
Además, el panorama de la ciencia bíblica actual muestra con cada vez mayor claridad la pluralidad de contextos en los que se lee la Escritura y se hace teología. No obstante, en gran medida las diferentes orientaciones parecen ignorarse mutuamente y desarrollarse prácticamente sin contactos de unas con otras. Esta pluralidad se ha visto felizmente reflejada en la composición de los participantes en la conferencia de este año, que ha brindado así la oportunidad de reflexionar sobre la hermenéutica y entenderla como componente necesario del entrenamiento que deben recibir quienes han de dedicarse a la exégesis bíblica.
El congreso ha ayudado a revisar y actualizar el mandato de la Iglesia a los biblistas católicos de todo el mundo y a examinar una vez más la tarea exegética, no tanto desde el punto de vista de sus diversos métodos y enfoques, sino más bien en busca del nexo entre exégesis, historia, teología y hermenéutica. Se ha intentado que la conferencia sea a la vez interdisciplinaria (diálogo entre biblistas y especialistas en teología, filosofía e historia) e intercultural (estudiosos de diferentes contextos: el “Occidente”, África, Asia y América Latina).
Cada sesión ha estado diseñada pensando en dos objetivos: (1) ofrecer un marco teórico que permita articular la exégesis bíblica, por un lado, y, por otro, la historia, la teología y la hermenéutica en diálogo con la exégesis; (2) ejemplificar mediante casos prácticos el nexo entre la exégesis y las demás disciplinas (u operaciones).
Las ponencias y los diálogos que tuvieron lugar en el Congreso muestran que los treinta años transcurridos desde la publicación de La interpretación de la Biblia en la Iglesia no han pasado en vano. Si, en 1993, se logró salir de esa suerte de desorientación y perplejidad provocadas por la multiplicidad de métodos exegéticos y la enorme especialización que estos parecían exigir, hoy los desafíos y las perplejidades vienen de otra dirección. Desde entonces ha ido creciendo incesantemente un nuevo tipo de relación con la Biblia más decididamente “hermenéutico”, que no se ocupa tanto del “mundo detrás del texto” ni se contenta con el “mundo del texto”, sino que lo interroga y cuestiona desde las preocupaciones del presente, privilegiando la perspectiva del “mundo delante del texto”1.
En aquel entonces, la Comisión Bíblica incluía bajo el apartado “Acercamiento contextual” (II.E.) solo el “liberacionista” y el “feminista”; hoy se ha tomado mayor conciencia de que “la interpretación de un texto depende siempre de la mentalidad y de las preocupaciones de sus lectores” y “los exegetas [han adoptado] en sus trabajos puntos de vista nuevos, correspondientes a las corrientes de pensamiento contemporáneo que no [habían] obtenido hasta ahora un lugar suficiente” (ibídem)2. En una academia hoy mucho más plural en el plano de las diferencias confesionales, sociales, culturales, raciales y de género, se han desarrollado –de modo especial, en los EE. UU. y en su ámbito de influencia– nuevas aproximaciones hermenéuticas, como la feminista, womanista, mujerista, postcolonial, queer y otras que se hacen en diálogo con los estudios de género, culturales o ecológicos, por mencionar solo algunas. De este modo, se va más allá de una mera “aplicación” del texto a la realidad, para poner a la Biblia en diálogo con el mundo globalizado de hoy y a este mundo en diálogo con la Biblia. Esta nueva orientación se pone de manifiesto no solo en los encuentros nacionales e internacionales de instituciones tan amplias y plurales como la Society of Biblical Literature; también se puede ver, por ejemplo, en la nueva edición de un clásico de la ciencia bíblica católica, The Jerome Biblical Commentary for the Twenty-First Century, T&T Clark, London – New York – Dublin 2022, editado por John J. Collins, Gina Hens-Piazza, Barbara Reid OP y Donald Senior CP. Si en su edición de 1968, casi todos los autores eran clérigos y religiosos, la mitad de los que produjeron esta nueva edición son laicas y laicos, y su conjunto manifiesta una muy variada procedencia nacional y étnica (p. xi). Además, entre los artículos generales que completan el volumen se han incluido varios que presentan las tendencias actuales en el compromiso del catolicismo contemporáneo con la Biblia, tanto en lo metodológico3 como en lo contextual4.
Como respuesta a este panorama, el Pontificio Instituto Bíblico y la Universidad Gregoriana parecen estar descubriendo una nueva vocación y misión. Hace más de un siglo que estos centros de estudio se ocupan de la capacitación exegética de personas procedentes de más de cien países. Estas vuelven a sus respectivas naciones con la destrezas adquiridas en los años de estudio e investigación y se encuentran de nuevo con sus propias realidades, esforzándose por poner al servicio de sus iglesias particulares el ministerio académico para el que se han preparado, enriqueciéndose a su vez con las particularidades concretas de su propio medio. Parece haber llegado la hora de aprovechar el lugar único que ocupan estos centros romanos para constituirse –más deliberada y responsablemente– en punto de encuentro de culturas y miradas, propiciando una reflexión de alto nivel académico sobre aquello que se está haciendo en cada uno de los países y en las diversas instituciones, con miras al desarrollo de una hermenéutica más holística, global y culturalmente inclusiva.
Efectivamente, el congreso del 2023 ha sido un punto de partida para explorar la posibilidad de constituir una red, llamada NExUS5 para “fomentar la comprensión exegética de las Escrituras”, a partir de experiencias regionales informadas por diversos contextos y culturas, en un esfuerzo por escuchar y compartir a nivel mundial, utilizando las instituciones jesuitas de enseñanza superior como puntos focales regionales. Una “red” supone la posibilidad de cada una de las instituciones y personas que la forman pueda mantener la propia identidad y ofrecer su aporte específico, en el conocimiento y la estima por el trabajo de los demás, la escucha mutua y el trabajo interdisciplinar. La iniciativa parece muy en sintonía con el estilo sinodal que está buscando la Iglesia Católica, con el camino ecuménico proseguido incansablemente por las Iglesias cristianas y con el anhelo de un mayor diálogo y cooperación entre las religiones, las culturas y las naciones del mundo.
Revista Bíblica saluda con gran satisfacción esta iniciativa, ya que es lo que ella misma pretende promover como plataforma que hace visible el trabajo plural de los biblistas y propicia espacios de intercambio, con el anhelo de generar una genuina comunidad académica. Esta visión se hace patente en la diversidad de contenidos y enfoques de los artículos publicados en este volumen.
Jorge M. Blunda
Director
1 Según las categorías empleadas por P. Ricœur, Teoría de la interpretación. Discurso y excedente de sentido, México 2003, 100-106.
2 Un ilustrativo panorama de este desarrollo en el ámbito latinoamericano lo ofrecen las ponencias recogidas en E. R. Ruiz (ed.), 80 años de exégesis bíblica en América Latina. Actas del Congreso Internacional de Estudios Bíblicos organizado con ocasión del 80º aniversario de Revista Bíblica (Suplementos a la Revista Bíblica 7), Estella 2021.
3 Barbara E. Reid, “Feminist Biblical Interpretation”, 2000-2008; Carol Dempsey, “The Bible and Social Justice”, 2009-2044; Jean-François Racine – Gina Hens-Piazza, “Literary Approaches to the Bible”, 2045-2059.
4 Stacy Davis, “African and African American Biblical Interpretation”, 2060-2067; Francisco Lozada Jr, “Latinx Biblical Interpretation”, 2068-2075; “Asian American Approaches to the Bible”, 2016-2107.
5 “Nurturing Exegetical Understanding of Scriptures”; véase https://hermenexus.org.