R. Martínez Rivera, El amigo del novio. Juan el Bautista: historia y teología (Estudios Bíblicos 70), Verbo Divino, Estella 2019, 381 pp., ISBN: 978-84- 9073-515-2.
El A. es sacerdote de los frailes menores capuchinos y doctor en teología bíblica. Como señala en el prólogo, su libro quiere acercar al público de habla española su tesis doctoral escrita en inglés. Por ese motivo, abunda en citas al pie de página que, junto con las 21 páginas de bibliografía final constituirían ya de por sí un aporte valioso a la investigación del Bautista. El libro cuenta además con un elenco de literatura apócrifa, pseudoepígrafa, rabínica, judía, clásica grecorromana, cristiana y qumránica. Hay que destacar finalmente el conciso pero completo glosario, muy útil para el público no especialista.
Son de agradecer la sencillez y profundidad con la que se expresa el A., que demuestra al mismo tiempo un excelente manejo de las lenguas bíblicas. También hay que decir que contiene las necesarias palabras escritas directamente en la forma original hebrea, aramea o griega, algunas veces con su forma transliterada entre paréntesis.
La obra se articula en 6 capítulos; cada uno con su clara estructura que consta de una introducción, seguida de los puntos a desarrollar, cada uno con su subtítulo y finalmente una conclusión. Toda la obra, a su vez, está introducida por una historia de la investigación crítica que ofrece una excelente fuente de información sobre la historia y la teología del Bautista.
Los capítulos siguen el orden que tendría una “biografía” del Bautista. Estudio de las fuentes bíblicas y extrabíblicas respecto los orígenes e infancia de Juan (cap. 1). Ministerio y mensaje de Juan (cap. 2). Relación de los ministerios de Juan y Jesús (cap. 3). Relación, coincidencias y diferencias entre Juan y Jesús (cap. 4). Análisis de las fuentes sobre la muerte de Juan (cap. 5). Y el pasaje del cuarto evangelio que da título a la obra: “el amigo del novio” (cap. 6).
Martínez Rivera no omite ninguno de los temas problemáticos ni deja de ofrecer la respectiva bibliografía para profundizar. Véase, por ejemplo, la forma en que coteja lo histórico-arqueológico con lo teológico en relación con los relatos de la infancia de Mt y Lc. Se destaca asimismo su exégesis de la cita de Is 40,4 –“la voz que clama en el desierto, preparen…”– donde explica la diferencia entre la puntuación de los LXX con el texto masorético, que se inclina más hacia “la voz que clama, en el desierto preparen…” (p. 120 nota 60).
El cap. 5 tiene una extraordinaria composición. Tratando acerca de la muerte de Juan, Martínez Rivera logra congeniar los datos de las fuentes históricas, arqueológicas e historiadores modernos especialistas en Herodes Antipas; con varias cuestiones de crítica textual que trata en largas notas al pie para no distraer la lectura. También realiza una profunda lectura intratextual veterotestamentaria e intertextual con la literatura extrabíblica.
Por último, el cap. 6 analiza la frase que da título al libro y, antes de adentrarse en la tarea, escribe un excelente preludio sobre las características literarias del cuarto evangelio, su composición, estilo, historia y teología. Termina con dos subtítulos: análisis literario de la perícopa de Jn 3,22-30 y exégesis del “amigo del novio” (3,22-30). En ellos conjuga con rigurosidad el método histórico-crítico con la hermenéutica y el análisis narratológico.
La obra de Martínez Rivera es larga y profunda y a la vez de placentera lectura. Se puede leer con conocimientos básicos centrándose en el cuerpo del texto o entrar en el profundo mundo de investigación valiéndose de las cuantiosas notas que presenta al pie de página. Un par de líneas de su conclusión general constituyen una interpelación al lector:
Con la metáfora del amigo del novio, la voz de Juan resonó clara y rotundamente, para persuadir a quienes todavía vacilaban de que no había por que lamentarse de la pérdida de protagonismo. El tiempo y la misión de Juan estaban cumplidos y ahora era necesario dejar todo atrás y crecer para sumarse al número de los seguidores de Jesús. […] Al igual que él, de ahora en adelante todos estaban invitados a convertirse en los amigos del novio. (320).
Daniel Alejandro Cutri
Pontificia Universidad Católica Argentina