J. A. Ruiz Rodrigo, Desde la atalaya hermenéutica de Isaías: la función literaria y teológica de Is 12 dentro del libro de Isaías (Humanidades), Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid 2021, 286 pp., ISBN: 978-84-00-10902-8
Este libro tiene su origen en la tesis doctoral defendida por su A. en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, que estudia la función estilística y retórica de Is 12 dentro del libro de Isaías (25). Se trata de un canto de alabanza por la salvación de Dios, que se encuentra en un lugar muy específico dentro del texto, tiene una función determinada y genera una serie de efectos en la composición.
El cap. 1, “La investigación dentro del horizonte de Is 12” (31-64), señala el interés que han recibido en décadas recientes estos poemas o fragmentos de poemas situados en lugares particulares de los libros bíblicos, como se puede constatar en estudios como los de J. W. Watts, “Biblical Psalms outside the Psalter”, en P. W. Flint – P. D. Miller (eds.), The Book of Psalms. Composition and Reception (VT.S 99), Leiden – Boston, 2005, 288-309. En lo que hace al caso particular de Is 12, Ruiz Rodrigo recuerda que los autores están de acuerdo en que el himno cierra una sección del libro (cc. 1-12, para J. Blenkinsopp; cc. 7-12 para J. N. Oswalt, solo cc. 10-12, para J. D. W. Watts); pero asume más bien la posición de W. A. M. Beuken, que atribuye al capítulo una función sintética y programática respecto de todo el libro (53-64).
Según el A., el poema ha de ser visto como la “respuesta a las promesa de paz de Is 11” en la que “Israel agradece profundamente al Señor su acción divina de devolverle la alegría de la salvación”. Pero también anticipa lo que vendrá en el resto del libro” y “la respuesta esperada en los receptores del libro de Isaías” (24): con los términos “en aquel día”, “ira”, excelso”, “Santo de Israel” conectaría con los capítulos anteriores y con las expresiones “consolar”, “salvación”, “habitante de Sion”, “exultar” y dar gritos de júbilo”, se vincularía con los posteriores (59-60). Tratándose de “un puente entre los capítulos previos y los sucesivos” no pude ser sino un elemento “tardío en la historia redaccional”, que se sitúa ya en el horizonte literario del libro en su conjunto. De allí que el pasaje pueda constituir una clave para la composición de Isaías en su forma final (25), “en su última redacción interpretativa” (264), tal como lo proponía ya S. McEvenue, “¿Quién fue el Segundo Isaías”, Revista Bíblica 60 (1998) 1-12 (citado aquí en p. 64).
El cap. 2, “La unidad literaria de Is 12” (65-99), busca demostrar la “unidad compacta” del capitulo más allá de la impresión que puedan hacer la doble introducción (vv. 1.4) y el cambio del singular (v. 1) al plural (vv. 3-4). En la estructura, “sigue el modelo de acción de gracias de los Salmos, donde el salmista invita a las personas presentes a unirse a su alabanza a Jhwh [sic] y los invita a trasmitirlo a una audiencia más amplia” (85, 93). De esta manera, revela un “movimiento poético” in crescendo; pues la alabanza se extiende desde el orante (vv. 1-2), a su audiencia (vv. 4-5) –identificada como “habitante de Sión” en v. 6– que a su vez habrá de hacer llegar el conocimiento del Señor a todas las naciones (98).
En cuanto al género literario, el A. afirma que el poema está compuesto con elementos de los canto de acción de gracias individual (vv. 1-2) y colectivo (vv. 4-6), utilizados en una “perspectiva profética” signada por la promesa vinculada a “aquel día” en el v. 3 (88); de manera que “los elementos tradicionales del Salterio han sido reutilizados para dar forma a un salmo escatológico de acción de gracias puesto al servicio de la proclamación profética del libro” (97). Aparece aquí uno de los rasgos característicos de los cc. 40-55, como sostiene H. G.M. Williamson, The Book Called Isaiah: Deutero-Isaiah’s Role in Composition and Redaction, Oxford 1994 (esp. 118-123).
El cap. 3, “El ‘pastiche’ de Is 12: un mosaico de citas, alusiones y ecos” (101-145), expone primero el aspecto teórico (101-116) de esta “técnica compositiva utilizada para crear un nuevo texto, empleando los rasgos estilísticos más destacados de un autor o de una obra” (101). Señala además su uso en el “centón” antiguo compuesto con versos de Homero o Virgilio, el de los poetas españoles del Sigo de Oro y el que se puede encontrar en la Biblia. El A. se remite a los estudios pioneros de la “intertextualidad” realizados por M. Bajtin y J. Kristeva, y a su aplicación al campo bíblico en M. Fishbane, Biblical Interpretation in Ancient Israel, Oxford 1988 y en sus estudios posteriores. Este “uso de la Biblia en la Biblia” constituye una suerte de “exégesis intrabíblica”, “un principio hermenéutico” que subyace en proceso de crecimiento del texto bíblico y anticipa el pensamiento midrásico. No se trata solo de una “relectura”, sino también de la “re-escritura” (107 y nota 27). Pero el A. sostiene que el pastiche es una técnica intertextual diferente, “porque se trata de componer un texto nuevo, a base de jugar con textos previos creando así un nuevo acto de comunicación” (108). El nuevo pasaje bíblico está formado por “un mosaico de citas, alusiones y ecos de diferentes perícopas” (109). El A. ofrece como ejemplos Ex 34,11-26; 1 Re 8,46-51; Jon 2,3-11; Lc 1,46-55 y el canto de Miriam de 4Q365 (114-116).
Ruiz Rodrigo entra aquí en un terreno muy debatido actualmente, pues –como él reconocerá al final del capítulo (141)– no hay total acuerdo sobre si se trata de un fenómeno de la producción del texto (la intención del autor en el momento en que lo compone) o de su recepción (la libre cooperación del lector en la producción del sentido). En todo caso, el A. reconoce la necesidad de contar con “criterios para identificar las relaciones entre los textos, con el fin de distinguir auténticas conexiones intertextuales de meras similitudes casuales” (110, n. 40). Véase M. Pfister, “Konzepte der Intertextualiät”, en U. Broich – M. Pfister – B. Schulte-Middelich (eds.), Intertextualität: Formen, Funktionen, anglistische Fallstudien (Konzepte der Sprach- und Literaturwissenschaft 35), Tübingen, 1985, 1-30.
Además, hay que contar con que no solo podemos encontrar referencias a textos concretos, sino también referencias a ideas, modos de expresión o fórmulas litúrgicas que circulaban en el ambiente y son usadas en diversos lugares de la Escritura” (118), de modo que el intento de reconstruir la encrucijada de las tradiciones es siempre una tarea difícil e hipotética” (119).
Este modo de considerar la composición de un determinado pasaje tiene importantes consecuencias: “si un texto bíblico presenta la textura interna de un pastiche, el principio hermenéutico que nos debe guiar en la interpretación del texto no es solo la semántica lingüística, sino la semántica intertextual” y uno se ve obligado a “leer el texto en clave de las resonancias bíblicas a las que remite” (117).
Como elementos compositivos del pastiche (117-136), se destacan la alusión a Ex 32,12 en el v. 1 (mediante los términos ’ap, šwb y nḥm), la cita de Ex 15,2a en el v. 2b (“mi fuerza y mi canto es el Señor, y él fue para mí como salvación”) y el eco a Ex 15,2a en el v. 2a (zeh ’ēlî); la cita de Sal 105,1 en el v. 4 (“Dad gracias a Jhwh, invocad su nombre, divulgad entre los pueblos sus hazañas”), más las alusiones a Sal 148,13 en v. 4 (“que su nombre sea exaltado”), a Ex15,1.21 en el v. 5 (por el témino gē’ût) y a Is 1,4 en v. 6 (mediante el motivo del “Santo de Israel”).
La adopción de esta forma original tendría gran importancia para la interpretación del capítulo (137-140). Esta relectura y actualización del cántico del mar de Ex 15 sería “una respuesta orante a la liberación del exilio de Babilonia” anunciada en Is 11,10-16, un éxodo mucho más amplio que congrega a los dispersos de Israel “de los cuatro confines de la tierra” (Is 11,12). Y esto que Dios ha hecho a favor de Israel resulta ser significativo para toda la tierra (138-139).
El cap. 4 estudia “el juego intertextual de Is 12,3”, que difiere del resto tanto en forma como en estilo, examinando primero el “perfil literario” de este versículo construido con los motivos del “agua”, el “gozo” y la “fuente” (147-165). Esta combinación de conceptos e imágenes de liberación tomadas del Éxodo y de la teología de Sion permitiría afirmar que las “fuentes de la salvación” son “el cumplimiento de las promesas o de los anuncios de lo que yhwh hará en favor de su pueblo”; “se trata del concepto que sintetiza las promesas de salvación presentes en el libro de Isaías”. “De este modo, la presencia definitiva de Dios que mora en Sion es la verdadera fuente de vida y alegría” (164). El A. presenta en otro apartado el “perfil metafórico” (165-189), preguntándose por otras acciones y pasajes del AT que pueden “resonar” (28) en este versículo, por si acaso este “juego intertextual” arroje luz sobre las metáforas. Recogiendo los contactos con Jr, Ez, Za y Joel, concluye que se está aludiendo aquí a “la fuente de agua viva que brotará del templo de Jerusalén”, “la presencia viva de Dios en el templo, que es una presencia purificadora en medio de su pueblo” (172). Si bien la acción de “sacar agua” puede tener contactos con el ritual de 1 Sam 7,6 o con la fiesta de las Tiendas, el horizonte escatológico y el modo nuevo de realizarla –“con gozo”– invitarían a leerla como signo de una “inversión de la situación” (187) y de “la purificación totalmente realizada” (188): la acción salvífica de Dios, que “invita al pueblo a abandonar el miedo y a apoyarse únicamente en la fuerza de su persona” (189).
El cap. 5, “La intratextualidad de Is 12” estudia las conexiones con las distintas secciones y con los temas principales del libro de Isaías (191-245) y su función dentro de la obra literaria (245-256). Examinado los temas, motivos y títulos presentes en el capítulo (la “ira de Dios”, la “consolación”, el Éxodo, el “Santo de Israel”, la misión de Sion, el universalismo de la salvación, la “alegría”, la “exaltación del nombre de yhwh”, la “salvación”), el A. concluye que el poema constituye un “punto de concentración de elementos y temas de todo el libro de Isaías”, con “conexiones específicas con el Dt-Is y conexiones transversales con todo el libro” (245).
La “síntesis conclusiva” (258-264) vuelve sobre los resultados obtenidos en los análisis anteriores, para afirmar nuevamente que este “himno escatológico de acción de gracias (…) se convierte en un instrumento para interpretar todo el libro, ya que se levanta como una esbelta atalaya desde donde se divisa una majestuosa panorámica del frondoso paisaje de Isaías” (264).
La obra se cierra con una bibliografía amplia y actualizada (265-286), aunque hay que lamentar la ausencia de índices que facilitarían su consulta. También se echa de menos una “traducción de trabajo” del capítulo estudiado. Debidamente anotada, estructurada y justificada, esta habría facilitado la lectura y habría permitido resumir la exposición y evitar en gran medida las repeticiones. La preocupación metodológica –propia de un ejercicio académico– por explicar el paso siguiente y resumir los resultados obtenidos hacen pesada la lectura. Sobre todo, cuando produce secuencias como “3.2.3. Conclusión”, “3.3. Síntesis” y “4. Conclusión” (93-94) o “2.3 Síntesis”, “3. Conclusiones” (140), que vuelven una y otra vez sobre los mismos temas y argumentos. Resulta extraño además que el autor use para trasliterar el Tetragrama con la forma “Jhwh”, entendible en italiano o en alemán, pero no en el castellano que asocia la “j” con un fonema muy disímil al de la yod hebrea.
Estos detalles no empañan la valiosa aportación de Ruiz Rodrigo con este trabajo. Es justo agradecerle, sobre todo, por su estudio pormenorizado de la técnica del pastiche y por la clave interpretativa que ofrece respecto del libro de Isaías en su conjunto. El trabajo invita a sacar las consecuencias que la constatación de esta labor literaria de los redactores tiene a la hora de concebir el carisma y la actividad profética como tales. Una cuestión teológica que valdría la pena animarse a estudiar en profundidad.
Jorge M. Blunda
Universidad Pontificia de Salamanca