José Manuel Hernández Carracedo, La caracterización de Jesús en las notas de narrador del evangelio de Juan. Una guía de lectura para el relato (Asociación Bíblica Española, Monografías bíblicas 78), Verbo Divino, Estella 2020, 374 pp. ISBN: 978-84-9073-623-4.
El libro presenta el fruto de una investigación extensa y minuciosa, desde la delimitación y originalidad del tema hasta el apéndice y la bibliografía. El estilo es claro y lineal, con un balance logrado entre los desarrollos y las transiciones, con las oportunas introducciones y conclusiones, tanto de cada sección como del conjunto. Alguna repetición inevitable y numerosas remisiones en el mismo texto aseguran su coherencia y articulación.
El título y el subtítulo nos sitúan en el análisis narrativo del evangelio de Juan: “La novedad de este estudio viene definida por dos coordenadas. En primer lugar, se estudian aquellos comentarios del narrador que verdaderamente se pueden considerar ‘notas’, es decir, los que no forman parte de la trama narrativa y están directamente dirigidos al lector... Dentro de estas notas se estudiarán aquellas que se refieren a Jesús, a las que denominaremos ‘notas cristológicas’. En segundo lugar, se estudiarán estas notas dentro del relato para descubrir cómo caracterizan a Jesús y el papel que juegan como guía de lectura y de comprensión de la narración” (14).
El estudio se estructura en siete capítulos:
I. Historia de la investigación (17-44)
II. Definición y delimitación de las notas cristológicas en el evangelio de Juan (45-90)
III. La presentación del personaje: Jesús, Mesías, Dios Unigénito (Jn 1,1-18) (91-126)
IV. La fe en Jesús (Jn 1,19–4,54) (127-175)
V. Hacia la Pascua I (Jn 5,1–10,40) (177-228)
VI. Hacia la Pascua II (Jn 11,1–12,50) (229-291)
VII. Todo se ha cumplido (Jn 18–20) (293-341)
El cap. I hace un status quaestionis que reseña y asume los estudios de Tenney, O´Rourke, Thatcher y, sobre todo, van Belle y Culpepper. El balance concluye la dificultad y la necesidad de un criterio sólido para identificar las “notas” entre los comentarios explícitos del narrador.
El cap. II recurre a la teoría de la polifonía del discurso, que distingue las voces del hablante, el locutor y los enunciadores, y la teoría de la enunciación, que permite desdoblar al narrador en dos momentos distintos: como constructor del texto y como comentarista que lo aclara, completa o justifica. Con esto, una “nota” es “el enunciado parentético en el que el narrador aparece como locutor de su propio discurso, de manera que interrumpe la línea narrativa del relato y la relación sintáctica con el enunciado comentado, para interpretar su propio discurso, con el fin macro estructural de completar una información, comentándola, especificándola o añadiendo un dato que permite al lector interpretar adecuadamente la información recibida” (48).
Para el contenido cristológico, el A. asume la teoría de la identidad personal configurada como identidad narrativa, que toma de Paul Ricœur. Un personaje (Jesús, en este caso) se configura a partir de sus rasgos (del ser, de acción o situación, de relación) y de su denominación (atributos, títulos).
Con estos criterios se delimita y justifica cada una de las siguientes notas cristológicas: Jn 1,17-18; 2,11.17.21.22.24-25; 4,2.44.54; 5,13.16.18; 6,6.59.64b.71; 7,1.5.30.39; 8,20.27; 9,14.22-23; 10,6; 11,2.5.13.30.51-52; 12,16.18.33.37-41; 13,11; 18,9.32; 19,24b.36-37; 20,9.14.30-31; 21,4b.12.14.
En los capítulos III a VII se analizan las notas siguiendo el evangelio, estudiando la nota en sí misma y como “comentario” del texto anterior, en lo que el A. llama “estructura parentética”. El prólogo da a la doble nota de Jn 1,17-18 una importancia fundamental para la narrativa: en ella se enuncian rasgos y denominaciones imprescindibles para caracterizar correctamente al Logos hecho carne: Jesús, Mesías, Dios, Unigénito. Por eso se le dedica todo el cap. III.
Jn 2,11; 4,54 invitan a considerar 2,1–4,54 (de Caná a Caná) en torno a los temas de los signos y la fe. Las notas en esta sección (2,11.17.19.21.22.24.25; 4,4.44.54) introducen varias cuestiones: la manifestación de la gloria en los signos, la hermenéutica necesaria para comprender la Escritura y las acciones de Jesús tras la Pascua. Jesús reacciona ante la fe de los que han visto signos; Él cumple el plan divino; Él es el profeta rechazado en su patria (cap. IV).
A partir de Jn 5, las notas se centran en la muerte de Jesús: su anuncio, sus causas, sus circunstancias concretas, su significado para la humanidad (Jn 5,16.18; 6,64.71; 7,1.30; 8,20). Jn 7,39 anuncia la glorificación de Jesús como condición para el don del Espíritu y adquiere un gran relieve: “no solo permite leer el resto del evangelio, sino que facilita la comprensión de lo que hasta ahora se ha dicho del agua y del Espíritu en la narración” (227, cap. V).
En la trama de Jn 11–12 las notas (11,2.51-52; 12,16.33.38.39-40.41) aluden a temas tratados y adelantan otros: “El narrador presenta al lector las categorías esenciales que deben ser tenidas en cuenta para comprender el sentido de la muerte de Jesús: la Pascua, la restauración del Templo, el don del Espíritu Santo, la salvación universal, la exaltación y glorificación. Este cambio interpretativo convierte la cruz en el horizonte sobre el que el conjunto de la narración debe ser leído” (275, cap. VI).
Analizando el silencio del narrador en Jn 14–17, se abre el último capítulo (VII), consagrado a las notas en Jn 18–20. La túnica no desgarrada (19,24) y las notas centrales de 19,36-37 culminan la hermenéutica del narrador, tanto en su comprensión de la Escritura (sobre todo de Za) como en su testimonio fundante para la fe de la comunidad y de todos los lectores del evangelio. Jn 20,30-31, con su carácter paratextual (epílogo), ofrece y exige una reflexión hermenéutica sobre todo el escrito.
Estos análisis del A. sustancian su tesis de que las notas del narrador (homogéneas en su estilo y teología) constituyen una “relectura” de los hechos narrados por él mismo, una comprensión más profunda, obra del Espíritu, Paráclito que hace a la comunidad recordar y ahondar en las palabras y las obras de Jesús (14,26; 16,13). Varias de ellas cumplen en la trama una función estructural, remitiendo unas a otras; por ejemplo, Jn 1,17-18 en el prólogo; 2,11 con 4,54 en los signos; 12,37-41 como epílogo del ministerio; 20,30-31 como epílogo del evangelio. Todas ellas contribuyen a la caracterización de Jesús; más aún, guían al lector hacia una correcta interpretación de su identidad y lo inducen, a través de la lectura “contemplativa” del texto, a reconfigurar su existencia por la fe, para tener la Vida.
El A. no esquiva los problemas textuales, literarios, históricos y hermenéuticos del texto, cuando su itinerario se lo exige. De sus valiosos aportes, algunos ejemplos: 1) la nota de Jn 4,44 con la discusión sobre la “patria” de Jesús (¿Galilea o Judea?), resuelta por el narrador en “ninguna de las dos”, pues Jesús es rechazado en ambas (156-159); 2) la estructuración unitaria de Jn 5 que se logra atendiendo a las notas (179-180); 3) la interpretación de la crux interpretum de 7,37-38 que considera las palabras “el que cree en mí” como una nota del mismo Jesús, que quiere aclarar lo que acaba de decir (213-214); 4) la interpretación “regia” de la túnica no desgarrada (308-313); 5) la ampliación de la noción de “signo” en 20,30-31 al libro entero al que se refiere este epílogo (334-337).
Señalamos, sin embargo, algunos límites de la obra. No se menciona la obra de S. A. Hunt – S. Francois Tolmie – R. Zimmermann (eds.), Character Studies in the Fourth Gospel. Narrative Approaches to Seventy Figures in John, Grand Rapids (MI) 2013, importante por el status quaestionis inicial. No se incluyen índices de nombres ni de citas. Cuando el A. trata la identidad narrativa, indica: “Una última aportación importante para nuestro estudio: la identidad se construye desde la narración y la argumentación” (55, cursivas añadidas), pero esta última – importante en los diálogos joánicos– no aparece tematizada. Cuando trata la denominación de los personajes, señala: “Se puede decir que el nombre representa el significante del personaje que irá adquiriendo su significado de forma progresiva gracias a distintos rasgos de su identidad, de su comportamiento y de sus relaciones” (62, cursivas añadidas). Pero debe asumirse un significado inicial, necesario para cualquier re-significación. En el caso del personaje Jesús, todos los títulos lo tienen, dados por la tradición judía (y eventualmente cristiana pre-joánica); a partir de ellos Jn profundiza su caracterización, haciéndola única.
Este estudio es un muy buen ejemplo del aporte del análisis narrativo a la ciencia bíblica. Es ejemplar el diálogo con la ciencia de la literatura, en la precisión de los tipos de textos y para-textos (notas, comentarios, prólogos, epílogos, etc.). Resultará valioso para actualizar, confirmar y profundizar la originalidad literaria y teológica del cuarto evangelio, especialmente su cristología, narrada y “anotada”.
Gerardo José Söding
Pontificia Universidad Católica Argentina
gsoding@gmail.com